Esperando el milagro

Fantaseo con tu ígnea sonrisa
como si fuera un espiral de delicias inmaculadas.
Me imagino siendo un fénix sagrado,
ardiendo sin voluntad alguna
por los templos santos de tu cintura,
aunque por ello me llegue el final de todos los cielos.

Día a día voy naciendo de tus comisuras
soy un iceberg con afluencia de volcán,
todo hasta que mi pecado de eterna complacencia
se muera en la tibia piel de tus tiernos labios.

En el instante en que te conocí,
mis ojos se tatuaron de tu alma,
de mis manos crecieron paraísos
que esperan tus dedos para nutrirse de paz,
y de mis pies florecieron las azucenas
que engalanaran tus bailes gitanos.

Para mi creencia de niño autista
tu voz es la melodía a una fiesta de sirenas,
tu risa lleva cuentos de princesas quiméricas,
y tu rostro es como el mapa hacia todos los tesoros
que aún me oculta la luz del sol.

Conocerte para mi arte es una apología a la pasión,
es luchar segundo a segundo con tu pestañar
para embestir con mi mar de caricias
los tabúes de tu diáfana alma,
para incidir con mi dulce entrega
en los pliegues de tu tímido corazón.

Conocerte es parte de una bendición antigua
que me llena de intriga y soberbias alquimistas,
es un pasaje a una luna sin vibrar con el viento
es una aljófar que crece hasta ser la más radiante de las estrellas.
Conocerte es darle silencios a voces soñadoras
es abrir el cuerpo, los brazos, la piel,
es elevarse en una mirada, para no dejar nunca de volar
y soñar... con vos, por vos.