Sólo decir que este es un espacio donde un niño-hombre-pez hueco-esquizo-simple deja sus ilusiones-intenciones-compromisos-desvaríos, en forma de versos-lágrimas-insectos, un espacio para ausentes muertos que no llegan a besar el suelo o ni llegan a perderse o a encontrarse, ni existir...

8.06.2008

HombrE ElefantE

No sé si soy un hombre que soñó con ser un elefante, o si ya soy el elefante que añoraba corporizar su tristeza en un abrazo humano.

Quizás como hombre fui un animal en cuestiones salubres a la especie dominante, arqueaba versos para mutilar sonrisas vendibles, degustaba los frutos secos en labios presos hasta encontrarle pecados no concebidos y usarlos a mi diestra manipulante para obtener oro en un bazar pretérito de ambiciones, moría asustadizo por mi esencia bandida sin dejar rastro impune de lo que pude haber sido si hubiera admitido ser un infeliz mas.

Yo extendía mis ilusiones, “trompeaba” (por así decirlo) en busca de maníes, que a fin de cuentas sólo eran sicarios esperanzados en encontrar un corazón adicto a vivir. Holgazaneaba mis desventuras coloridas en grises, admiraba la concertina de paz que acompaña el tácito enfado de un elefante y su paz (su velocidad, su armoniosa velocidad), al mirarlos entendía que la memoria es un saco que no tiene bolsillos ocultos, que las monedas que se encuentren irán a otra fuente con un dejo de aprendizaje, con un culto irrelevante y admisible de pasar por alto si la fuente estuviese vacía, pero nos arriesgamos… a veces, otros preferimos ahuecarnos el alma como si fuera una alcancía infinita y dejamos allí todas nuestras desgracias, para que llegado el caso de la completa soledad, en ignoto desenfreno terminemos por ser aquel elefante, que no se vincula con el sol ni la luna, que no llama a horas inciertas a esa amada con ojos espejados de lustros íntimos, que no degrada su imagen por un perdón indefinido sin tiempo, nos convertimos, o creo haberme convertido en ese elefante ajeno a cualquier encanto plausible de sacrificio, pero que en todo caso, y siempre, espera ese verdadero abrazo humano que cambie una mirada eternamente ausente en un sonrisa, pequeña en tamaño, inmensa en sensaciones alcanzadas…

No sé, tal vez ni elefante ni humano lleguen a entenderse o a cruzarse otra vez por mi psiquis paranoica, tal vez, estoy durmiendo con ojos abiertos, y el sueño sea dormirse en otro cuento, alguno de princesa y sapo con dotes de elegancia futura, no lo sé...

Será que no tengo prisa, por entender mi conducta solitaria y efímera con los sentidos sociales, será que el arte es un espejo más y la metáfora del elefante no es más que otro desquicia para darme lastima, para apenarme de lo estúpido que es creer ser, sin ser nada, ni nadie, en ningún lugar…





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