A veces creo que pienso demasiado, cosas que realmente no tendrán un significado cierto en lo que a ciegas se dice vida dichosa, por ejemplo y a modo explicativo de este caos mental, diré que me tomo exactamente 2 minutos el abrir el Word y comenzar luego de formulada una estúpida idea de lo que estoy sintiendo en estos momentos, el comenzar la transcripción de mis sienes a esto, esto…
Pienso, en muchísimas ocasiones, militancias secretas de algún infortuito pasado, en lo que tuve que haber dicho o hecho en situaciones que ahora entiendo como cruciales a esta obnubilada soledad, los besos que no di por miedo a quebrantar el oficio altruista de no poder amar, los besos que di a personas que en importancia a mi piel son células muertas y vacías de cualquier extensión sentimental, pienso bastante en los versos que escribí y regale sin tener en claro lo que deseaba expresar en ellos, en los versos que nunca mostré, esos que guardo en mi memoria para lágrimas de indecoroso bienestar.
Si algo de mi tengo en claro, es mi falta de valentía, con esto también muestro un orgullo poco cauteloso con un futuro acercamiento de un lector influenciable por letras en espiral, pienso en ello aunque al hacerlo siempre termino con la cabeza baja, en stereo con un silencio abrumador, buscando mariposas en las desiertas líneas de mis gélidas manos. Tal vez soñé innumerables veces romper la cadena idealista de una ensoñación prolongada, pero toda libertad incondicional termina al despertar.
Pensé la forma de morir cada domingo en que el parto de las miradas obscenas le hacía gala de hormonas vacías al cuenco mis inocencias pervertidas, pensé que involucrar el sexo en el desorden lingüístico de mi jerga apesadumbrada le daría un toco libidinoso, pensé que sumar el Cristo de mis desgracias a la ciencia literaria no haría más que despojarme de tal idiota desencanto, ¿pero ante quién?.
Pienso en enormes desgracias virtuales, en mermas y parvas de corazones desprevenidos, pienso que las armas fornican con un idealismo floreado en monos y su café matutino, pienso en los cines que nunca cierran las puertas a advenidades post existencialistas, pienso en rayos de luz atravesando mi alma y en mi yo vanguardista pintando retazos de recuerdos en el hostilidad del viento añil.
Pienso que estar solo el noventa por ciento del día, no es tan grave. Luego quiero ser asesinado por esa sombra macabra que no deja de perseguirme, y río mucho, porque llorar no puedo, o no debo, entonces le sonrío a cada amapola perdida en el tiempo, a cada sonrisa con alas que llega a mis pupilas frías, y pienso, y entiendo que el arte del compromiso es un pacto con uno mismo, que dar el paso a una nueva realidad depende de la paz interior, pero ya, ¡basta de pensar!...
A vivir, a morir…
Sólo decir que este es un espacio donde un niño-hombre-pez hueco-esquizo-simple deja sus ilusiones-intenciones-compromisos-desvaríos, en forma de versos-lágrimas-insectos, un espacio para ausentes muertos que no llegan a besar el suelo o ni llegan a perderse o a encontrarse, ni existir...
9.15.2008
A veces pienso
lo sintió, pensó y escribió: Kid A en 2:49 p. m.
Etiquetas: Prosas
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