Calesitas en diamantes

Vuelven días de agua a mi alma pecaminosa, días de vendimias hormonales a una pelvis descalza, días de cauces con estadías provechosas entre las sábanas. Vuelven para calmar agonías con tímidos esbozos de felicidad anunciada, para liberar estados punzantes de un corazón hueco; vuelven a enmascarar sacrificios no furtivos para hacer de este cuerpo atril un monumento ocasional, distante, de cristal.

Tenía postergado el otoño en mis dedos flor, vivía en acuarelas saltando de nube ácida a nube copiosa, todo por acercarme a rayos de luz centrífugos que se ocultaban en mi propio harem solar.

Resulta lúdico, emprender algún cariño sincero. Entiendo que es cuantificable cada suspiro que olvido en nombre de ese cuerpo rojo que cobija el mar más azul, que es su vientre desnudo…

Tengo miedo, desconfío de mi almohada enmoheciendo sueños hechizantes, le temo por pequeño ante ese territorio de pájaros que son sus besos fuego. O es que así la imagino.

Le necesito, porque necesitarle le da a mí inspiración años de versos en espiral, calesitas en diamantes por explorar, castillos de arena para niños alados o ángeles mancebos que olvidan como sonreírle al sol. Su mera presencia en mi sombra bandida ya es caos, bohemia y salvación.

Estoy loco por sus encantos nubles, ebrio por dislocarme en el tacto de sus ojos hasta ser su rinconcito de paz, aunque dure un eterno segundo en su irradiante feminidad.

Princesa, pienso que cada día, a cada hora, en cada minuto me acerca a tu encuentro, a mí encuentro... mientras, hoy sólo te pido una sonrisa.

"I suffocate myself into your hair..."