La mitad del olvido es un cuerpo sin tallo,
como una rubia debilidad que esconde en su holograma
todo instante de placer no hormonal.
Correr y esperar que tu flor crezca
será el apogeo infinito de un absurdo soñador de nubes.
Será como ver la estrella polar
desnuda en un alfeizar sin luz.
Ojala lleguen a besar la sombra del sol
y sus manos sean el fruto de una nueva religión.
Ojala que los meses sean días
y en la fecundación no mueran tus ojos, mis futuras alegrías.
Habrá que hablarles del volar y el interpretar,
habrá que refugiarles del onírico celo de la realidad,
habrá que llevarlas al rincón de las dudas
y resolver con sus libros de rescates todos los fracasos.
Sé, mis niñas, que pronto me enamorare de sus caprichos,
sé que esconderé mis tristezas en los intersticios de sus febreros
y que en esos días donde nada empieza si el ser no acaba
estarán a dos centímetros de mi alma y en mis pulmones
serán esa otra vida en la que nada se ausenta.
Sólo decir que este es un espacio donde un niño-hombre-pez hueco-esquizo-simple deja sus ilusiones-intenciones-compromisos-desvaríos, en forma de versos-lágrimas-insectos, un espacio para ausentes muertos que no llegan a besar el suelo o ni llegan a perderse o a encontrarse, ni existir...
3.09.2013
Mis niñas verdes
lo sintió, pensó y escribió: Kid A en 2:27 a. m.
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1 estrías de entendimiento:
Bellísimo texto, excelente pluma.
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