Sólo decir que este es un espacio donde un niño-hombre-pez hueco-esquizo-simple deja sus ilusiones-intenciones-compromisos-desvaríos, en forma de versos-lágrimas-insectos, un espacio para ausentes muertos que no llegan a besar el suelo o ni llegan a perderse o a encontrarse, ni existir...

9.03.2008

Esta noche.

Intentaré no hacer números, ni hacer una apología a mis tristezas y menos hacer un réquiem a ese único amor que me sangra tanto en los interiores de mí ser. ¿Qué penar? Si hace días que no escribo un poema para sentirme aliviado como persona haciéndome creer que valgo un poco la pena, que soy un “alguien” que puede llegar a parecerle interesante a otro “alguien”, creo que de un tiempo a esta parte le he tomado asco a la poesía y a todas esas herramientas extra sentimentales que en ella se emplean para robarle lágrimas, bostezos, sueños y hasta injusticias en proclama de cielo a nuestras humanidades.

Es tan tarde, las 4:20 am, no tengo sueño, ni prisa por nada. No me desespera encontrarme acompañado o tan lejanamente solitario de toda belleza corporal. Hace unos minutos definí mi estado como “estúpidamente acido”, tratándome de explicar a mi mismo, porque es que ya casi nada me afecta y el porqué de que si algo lo hace, le hago caer el peso de todas mis desgracias haciendo sentir a esa parte la culpable de mis irrealidades.

Esta noche, me prometí no hacerme daño, entiendan que no me pasa como a otros escritores (o pseudos) todo lo que sale en mis letras tiene un trozo de mi corazón, cada pancita de la “a”, o ese grito grave de la “o” todas tienen un silencio obtuso de mi alma al transpirar; de ahí a que me afecta tanto leerme y releerme, saber que cada línea tiene una explicación trascendental a mi oficio de vivir en soledad, y aún así, a pesar de ello, me sigo martirizando entre verso y verso.
Pretenderé que esta noche, la luna me extienda un cultivo de rosas en la almohada, con el mero objetivo de enterarme esas espinas en todo el rostro, a ver si de una buena vez me desangro de mis caprichos, de mis terquedades tan siniestras para salir a la tierra y germinar como cualquier planta con voz y salir a la tertulia del viento para sentarme en una rama familiar a dar mis santos prejuicios dominicales.

Esta noche, es igual a no sé, supongo que unas cinco mil noches antes odiadas, pero al menos dormidas, ya que hoy, parece que otra vez emigrare con mis pocas voluntades a ser exonerado de sábanas y atado a los pecados de esa pared blanca que me respira y me asfixia. Esta noche, como tantas, tendré que diluirme en toxicidades emocionales, acurrucarme en mis latidos desesperanzados y lanzarme al laberinto de los nombres, hasta encontrar esa llave, ese reloj sin agujas que me diga, tu tiempo es hoy, vamos niño es hora de salir a jugar…

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