Eternidad

La eternidad del mar aclama almas, cuerpos, sueños… aclama una voluntad libre y a su vez atada de amor, requiere de corazones desesperados que solo escuchen el eco del nombre de aquel ser que victimiza cualquier encanto. La eternidad del mar ya no siente quimera por sirenas con cantos profanados de otros cuentos verseados en aroma de extaciante licor.

En sus olas con llamas libertinas las gaviotas de lo imperecedero se niegan a volar, caen muertas por un odio contemporáneo y neutral. Docilidad se busca en la libertad, abrir la cúpula de la razón es lo que se experimenta al volar sobre un corazón extraño, que utiliza mentiras cotidianas para sobrevivir el cáncer de la soledad. Te pediría mil mentiras mas como esta, que no me llames, que me escuches sin oírte respirar con miedo, que me escribas cartas con las manos atadas y leas mi nombre al revés para sentirte afortunada de no saber interpretarme en la quietud emocional. Te pediría que me mientas, sin tenerme piedad, aunque entiendas que mi boca no solo te pronuncia por no saber callar, que me mientas para no tener que amarrarme a tu figura de escultura primordial a mi museo de estrellas divinas en oquedad.

Quisiera latir en tu urbe, regar esas flores celestes que esbozan el karma de tu alegría, salir de sol a sol con tus pestañas, cuando guiñas tu ojo izquierdo a otra mutilada verdad, quiero que vengas a mí, cuando te vayas de aquello que te manipula a no querer expresar la luz de tu voz, la luz de tu pulso acelerado al pensarme en la oscuridad. Quisiera que vengas por mis templos, a descubrir en mis manos si lo que guardo es amor, mientras tanto te pido que me mientas, que me niegues de tus piernas abiertas de par en par, que me dibujes en el viento y de un soplido me devuelvas a mi luna sin tu piel.

Miénteme si de a poco me empezaras a querer…