Esto de no tener un sentido vivo...

Ellos me miran

sin detener su lengua en mi sombra,

me caminan ausentes,

me vuelan,

aún olvidando sus alas en otro ayer.

Ellos se tropiezan en algún que otro hueso,

luego saltan mi nombre y ríen revoltosos,

pero jamás detienen la pluma,

esa, que se escapa suave,

como un suspiro en el aire…

Ellos me esperan

dos pasos tras del sol,

justo en el lugar donde nunca iré…

Ellos,

no entenderían esta tristeza

de estar hablándoles

como se le habla a una pared,

no entenderían

que este mundo blanco en el cual escribo

es mi rincón neutral,

donde ni bueno ni malo

termino siempre desnudándome.

Ellos me olvidaran

antes de recordar que tuve una razón

para no morir, viviendo sin sentír.

Ellos tendrán esa respuesta

que el tiempo se me niega a contestar.

Pasan días sin soltar un puto verso, entonces mi yo pseudo-poeta vive escondido, con miedo a mostrar su estúpida fragilidad. Pasan días y ese nervio austral que llevo como alma, necesita volver a brotar, y me escupe, y me empuja, y llora, y tiembla, y late, y es, y es, tan solo otra poesía sin querer...