Tengo tantas ganas de no estar, y sin embargo siempre no estoy... y escribo burradas, y hablo solo, leo cuentos y vuelvo a escribir burradas, luego vuelo muy bajo, me choco con un alma medio sensible y dibujo alas y alas y alas... Es increíble, lo mucho que puedo amarme y odiarme. dejo un intento de poema que escribí hace un rato...
Quien logra sembrar olvidos
cosechará paz,
nuevos sueños,
un espejo sin coítos vencidos,
y hasta reflejos ordenados bajo la cama,
pero también obtendrá vacíos…
En la mañana
placebo-dominguera
permute pestañas
por un hueso roto,
todo nervio inspire
hasta tragarme un sol jocoso,
de piel oleada
y labios humeantes,
parecida a una
de las Demoiselles d’Avignon,
pero sin arte,
sin la esencia del sentimiento ajeno…
La siesta desnudo
a un fakir siames
que se escribía a si mismo
la noche anterior,
también esa carne luz
que llegaba de la ventana
mostraba un necrofílico de papel,
colgado del techo
ahuecandose la entrepierna
por una orquidea de plástico
pereciendo en el cenicero.
La tarde me hablo con ketalar,
me durmió de raíz a religión,
y ya no sentí nubes llorándome en el pantalón,
ni avisté virgenes descalzas
perdiendo su fe en mi valle flor,
ni pude por vergüenza extrema
someterme al juicio de cualquier perdón...
Se me paso otro domingo suicida,
otra misa, otro dolor de estar sin vos...
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