Sólo decir que este es un espacio donde un niño-hombre-pez hueco-esquizo-simple deja sus ilusiones-intenciones-compromisos-desvaríos, en forma de versos-lágrimas-insectos, un espacio para ausentes muertos que no llegan a besar el suelo o ni llegan a perderse o a encontrarse, ni existir...

2.21.2013

Triste IV

Las escuelas con sus imanes para la tos, los libros de lo nunca aprendido, los bancos vacíos en plazas vacías, los agujeros de techos, los telones donde ella nunca aparece. La pared con su esquina de angustias, las horas en que borracho maldije su nombre, su perdón, su estúpida intención por ser una falda dentro de un mundo desnudo.

Pasan los cuerpos con su matemática ateísta, las sombras de ojos fríos, los mutantes de piel que adoran ser un lobo feroz. Todos pasan, todos cambian de lugar su silencio por un poco de luz en pan. Todos esperan que el cactus lloré y les deje un hueco para estar aún sin estar.

Desde que tengo el pene herido, la suspicacia y los hologramas me parecen una tentativa inservible. Desde que soy invisible no he encontrado un ápice de conformismo ni en las escaleras, ni en las nubes olor a sal. De a poco, todo ese mecanismo de defensa con que alejaba arpías y señoras de metal se ha vuelto un ludico compromiso con el bienestar ajeno.  

De diez a once lágrimas una prosa es triste. No es que busque un alto escaparate, solo me distraigo en esos sucesos inútiles donde alguien se siente atraído por interpretarme. Otra vez es temprano para caer...

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