Tuve voz cuando herías el aire en mis labios,
belleza, en no más de veinte segundos de oscuridad.
Tuve paciencia al verme desnudo en tus dos ojos diamantes,
uno lamiéndome los pies,
el otro zambulléndose en el espacio abrazador.
Tuve suerte de conocer tus ríos en noches sedientas,
tuve algas y piel de estrella,
tuve música y algo de magia, cuando la poesía bordeaba tu mirada...
Tuve razones para arrancarte del suelo
y bailar con tu ángel en una almohada hecha con nubes rojizas,
tuve mas lenguas de las que conociste en mi boca
y otras tantos manos que no llegaron al sexo puro de tu abismo.
Tuve un rincón para dejarte olvidada
entre cuadros, sueños y mapas en rostros de mujer.
Tuve tantas muertes en el viento,
como cementerios en tus dedos o veranos en tus piernas,
tuve tantas ganas de arrodillarme en tus manos
y absorberte el alma por tus pechos,
que hoy sonrío, con morbo, con impunidad.
Tuve luz, tuve piel, tuve tu aproximación,
tuve hasta un corazón que aprendía a latir...
Temor, mujer por...
belleza, en no más de veinte segundos de oscuridad.
Tuve paciencia al verme desnudo en tus dos ojos diamantes,
uno lamiéndome los pies,
el otro zambulléndose en el espacio abrazador.
Tuve suerte de conocer tus ríos en noches sedientas,
tuve algas y piel de estrella,
tuve música y algo de magia, cuando la poesía bordeaba tu mirada...
Tuve razones para arrancarte del suelo
y bailar con tu ángel en una almohada hecha con nubes rojizas,
tuve mas lenguas de las que conociste en mi boca
y otras tantos manos que no llegaron al sexo puro de tu abismo.
Tuve un rincón para dejarte olvidada
entre cuadros, sueños y mapas en rostros de mujer.
Tuve tantas muertes en el viento,
como cementerios en tus dedos o veranos en tus piernas,
tuve tantas ganas de arrodillarme en tus manos
y absorberte el alma por tus pechos,
que hoy sonrío, con morbo, con impunidad.
Tuve luz, tuve piel, tuve tu aproximación,
tuve hasta un corazón que aprendía a latir...
Temor, mujer por...
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