Renuncio a la lluvia
que nace de nuestros cuerpos vacíos,
a los pinceles sin versos
que dibujan el viento de tu mirada
entrando al mediodía.
Renuncio a escribirte poemas
sin besar los estuarios de tu alma,
a contemplarte en estas fotos hermosas,
pero eternamente desoladas.
Renuncio a esta sed de lágrimas
y a este encuentro de penas,
que sólo muta distancias.
Llevo más de mil lunas
buscando tu cama debajo de mi almohada,
más de mil besos
abriendo los ojos entre lengua y suspiro.
Llevo exceso de parálisis ansiosa,
codicia de recuerdos en olvidos pasajeros,
llevo miedos hostiles,
ausencias infantiles,
cinismos parecidos a gusanos
y un corazón errante hecho de seda.
¿Qué le pasa a mis sueños?
¿Por qué tan lejano a todo sentido vivo?
No quiero encontrar respuestas,
en caricias huecas,
ni en espacios de huesos sin nombres.
Hoy quizás solo anhele
volver a perderme
en el vuelo de una tímida mariposa…
Rosa de Hiroshima - Pedro Aznar
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