Ella que temía el fuego...

Inestable es el último pétalo virgen

a dos centímetros del primer suspiro solar.

Sabe que la vida se le va,

sabe también que sólo así podrá volar.

Vos nunca olvides que mis manos son tu tallo,

que mi boca es la abeja que te cultiva 

y que en mi sueño tienes tantos vestidos

como hormigas naciendo de tu garganta 

el día de la miel en nuestras ombligos...

Poco animo tienen las moscas

que mueren y nacen sin notar la diferencia,

que amenazan y se vengan en retratos

y en los gestos del engaño. 

Tu en cambio te sostienes en el ruido,

hablándole al silencio desde el valle más hermoso (tu cama).

Te mueves como una serpiente viciosa e insobornable

hasta que tu universo entero

cabe en dos de mis veinte dedos... 

Rara es la noche en pleno orgasmo de meteoritos,

sabe que la lluvia impide el contacto,

sabe que su amante seguira oculto

y aún así es un abismo sonriente.

Tu rareza en cambio es ser arte dentro de una artista,

es creerte un desvarío ajeno a las sonrisas

cuando sin darte cuenta eres el cauce de la mía.

Eres un tesoro de ciencia inexacta,

el efecto y el origen de todo lo que me enternece... 

Temerosos somos todos,

al compromiso, a la orilla infinita,

al campo de las luciérnagas desnudas

al despertar con cuatro pies en una sola boca...

Si el miedo nos domina la tristeza mostrara los dientes

y nunca podremos terminar de mordernos las muelas.

Confía en mi...