Lluvia de almendras
tus pupilas intuitivas.
Ninfa encelada,
existiendo
entre aves cipreses.
Invisible ocaso.
La serpiente serpenteando
en diálisis atemporal.
(El beso suicida tiembla,
ya no es
el alquimista de su ángel)
Nación de manos sordas
aplaudiendo
la claudicación del placebo.
¡Qué pequeños
tus pies,
tus dedos,
tus ojos!.
Exilio de libélulas
en tu almohada,
hilos de seda
que se desprenden.
Ofrenda de licores
los paladares
de tu lengua.
Preludio
del lenguaje del cielo,
es tu espectro silente
al pernoctar
el sol en su luna.
Hablan las azucenas,
de copas rotas,
de cristales
como gestos
sin despertar.
Me miro
bajo el árbol.
Soy raíz
y el paraíso
está en la gracia de brotar.
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