Día 16 o día triste 8 o el cuadro ausente

Los espejos no reflejan mas que el instante apagado en que uno posa por posar sin posar. Dan la instantánea necesaria para que el suicida olvide que hoy es lunes y no domingo, dan el cardumen a seguir para que los otros vengan a quedarse quieto bajo la sombra que precisamente tampoco refleja el famoso espejo.
La última persona que me sonrió no sintió pudor por sonreirle a un muerto, tampoco sintió placer, creo que se había equivocado de gesto. Eso suele pasar, suele pasarme. Uno se para siempre donde no debería estar cruzándose el cable que lleva unos centímetros bajo el ombligo. 
La timidez es la excusa perfecta para perpetuar un silencio en odio flagelante y austeramente infeliz. Te odio, me odio, te pienso y el círculo que esboza todas las desgracias se acuerda de suspirarme. Amo jugar con las palabras, con las interpretaciones que le daré a lo escrito tres días después, no comprenderme, entender porque me ignora hasta ese puto espejo que hoy, maldito hoy, no me quiso reflectar. 
Hablaba de ser vampiro en el sueño que no tuve. Miraba a eso que se mueve conmigo, a eso que llevo pegado como cuerpo, y me olvido, y me creo un pergamino nunca antes escrito.