Sólo decir que este es un espacio donde un niño-hombre-pez hueco-esquizo-simple deja sus ilusiones-intenciones-compromisos-desvaríos, en forma de versos-lágrimas-insectos, un espacio para ausentes muertos que no llegan a besar el suelo o ni llegan a perderse o a encontrarse, ni existir...

8.26.2012

Día 20 o día triste 12 o el olvido momentáneo

La adrenalina del deporte, el moverse como pez circuncidado por espacios de marionetas, absurdos, delirios y torpezas hormonales de hombres espadas. Hace que cualquier ser, incluso yo, un serafín de la melancolía, olvide su estúpida razón de no pertenencia.
Perder el control de esa tristeza es algo que no por inmaterial no tenga un valor altamente cuantificable. Pero, las horas tras ese escenario de roces, de equilibrismos y zancadas por nubes de fuego y gritos de vacíos no literarios, pasan. Y al pasar, el espejo me trajo de vuelto al chico triste que no sabe reír.
Podría bien ahora, dibujar un arco y jugar con los dedos a pertenecer a una familia inventada de goles, restos y abrazos. Podría buscar el teléfono y esconderme en la miseria de llamar a la única persona que vuelve al nexo de la caridad, algo de eso que se balbucea como fidelidad emocional, algo de eso que naranja y verde es una boca que el viento se lleva en el copo de una flor oxidada e impura.
Creo que tengo el alma rota. Creo que el ajedrez de mi cuerpo esta perdiendo piezas en un corazón que nunca estuvo dentro mío. Creo que hay días, como el 20, que después de la felicidad, uno anhela olvidarse de eso químico, anatómico, mecánico, que es respirar...

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