Día 8

Los nombres me los deje en el vaso, la una y las dos llegaron después de las tres. No hubo un alguién clavándose en las venas, tampoco hubieron rutas y viajes a ningún lugar, vi simplemente un cuerpo hermoso que partió la luz y mi voz.
Es miércoles de misterio y sábanas en huesos rotos, presiento que al caer el destino en el hueco del sol voy a salir a gritar, mundo ven acá, mundo no toda la vida es un acto mental.
Me asusta pensar que terminaré abrazado a las tinieblas, quisiera tener una palabra distinta robándome la sonrisa de la espalda, pero ellas, mis ellas, se mueven dentro de un corazón que es como una jirafa haciendo equilibrio en una flor sin color.
La vi, ella tan hermosa, sonrió y el mundo, y ese ciclo demencial absurdo que es mi mente agujereada sonrió veinte minutos después. Ya era tarde, los libros y Alemania estaban poniéndose de pie.