Sólo decir que este es un espacio donde un niño-hombre-pez hueco-esquizo-simple deja sus ilusiones-intenciones-compromisos-desvaríos, en forma de versos-lágrimas-insectos, un espacio para ausentes muertos que no llegan a besar el suelo o ni llegan a perderse o a encontrarse, ni existir...

8.11.2012

Día 9 o día triste 1

Asfixiado, el hombre pez se convirtió en el hueso de humano adherido. Todas, absolutamente todas las ventanas se cerraron, la puerta titilo por horas pero la pierna, pero el gesto de incomprensión en el diamante me hizo volver sobre mi mismo y así, tan simple, el jardín que reflejaba la tertulia de estrellas perdidas se volvió un rincón de carne, restos y secuencias en degrade. Un vacío también.
Si las tristezas pudieran dibujarse en la piel, llevaría cuerpo de cebra. Ahora mismo creo que soy un globo, emparchado, lleno de abismos. Un abismo en sí, un encantamiento sin encanto, una tierra sin agua, un agua que no es pura, que no es. Adónde irán todos los cuerpos que mienten cuando la lluvia le abraza el borde cínico de su falda, dónde es que las faldas no tienen juicios por ocultar. Quizá adentro del mismo caos.
Ella se movió hasta centrar su aura en el hueco de mi pecho, un par de mis sombras le confesaron que el tiempo, que su tiempo era mi celo. Los otros personajes que soy cuando el sol me duerme escribieron el error es pertenecer. Sí, si fuese invisible estaría entrando en la boca de un pez mayor.
Me gusta la oscuridad, no encontrarme, no verme, tantear el espacio y sospechar, creer, soñar, que al estirarme en ese silencio visual la tomo de la mano y soy un trozo cuantificable de luz.

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