Día 32 o día triste 24 o el espacio hueco

Dilatados los espermas de la autoconciencia forman acólitos ebrios de una vanidad especial, se saben inexistentes en la masa cósmica pero aún y todo ajenos a la esperanza del latido se suceden y suceden sin más. 
Blancos, cortos, largos, de agua, de alcohol, de miedos, de música, de tiempo, de algarabía prosódica, de estuarios afines y desesperantes. Son sal, son un espacio hueco invisible, son el tacto de todos los cuerpos que nunca acariciaron la venda oscura de mis días iluminados.
Lo vuelvo a sentir, lo empiezo a  creer, lo disfruto y me extingo. Onanismo inútil, percepción acéfala del camino al infierno. No me entiendo, no me quiero querer, no me agrado ni me aguanto el paso del silencio por la cúspide de esa memoria hoy hostil donde mi niño sin alas era feliz.
Agradezco al resto de los mortales su moral humanismo. Toda larva sabe que las mariposas son efímeras. Me llene de consentimientos literarios, esperando quien sabe que. Soy pésimo describiendo un cielo apagándose, lo sé, lo sé...