Día 52 o día infeliz 9 o el primer final

El don de olvidar le va ganando a la rueda infortuna del mero esperar, los crucifijos, los octubres de camas separadas y todos esos lustros de espermas han quedado vedados al recuerdo, a la comarca de sensaciones que un día se volverán a observar pero que ya no van a conspirar contra ninguno de mis extraños mundos.

No. Uno no puede saber todas las palabras, ni todas las respuestas para hacer del ruido un silencio donde esconderse del bien. No. Uno no puede entender el futuro sin haber sentido que todo pasado es hoy.

Que unos se asfixian, que otros se quieren, que la mayoría se ignoran. Da igual. Tenemos tantas paredes para saltar, tantos fosos profundos para depositar nuestros pequeños esquemas de felicidad, tantas horas muertas para programar lo que nunca sucederá.

Los primeros finales son horribles, es como despertar y aún saber que se está dormido en una constelación
de microcosmos gigantes. De ultima, jugar con las palabras es un intento tierno por pertenecer, así como cuando has terminado el viaje y vienen a desearte un buen destino.